
Rhiannon o Rhianonna, cuyo nombre deriva de regena-ana-ona, es decir, “una reina de los anaón”, el pueblo de Ana, es una forma de esta diosa.
Ana, Dama de los dólmenes, es la madre de los dioses. Los relatos populares la consideran como reina de las hadas, de los enanos o korrigans, a cuyo cuidado estaban confiadas enormes riquezas subterráneas. La consideraban, en resumen, la gran regidora de un inframundo misterioso y, en ocasiones, hasta mortal. Hay quien dice que era esa anciana de aspecto terrible, hechicera implacable pero también bienhechora que no desdeñaba echar una mano a quienes lo necesitaban, si demostraban que tenían buen corazón. La diosa madre pasó a llamarse, tras la cristianización, Santa Ana, la madre de la Virgen María, mateniendo su antiguo prestigio como diosa de la fertilidad, y protectora bajo los auspicios de la luna. Los gaélicos la bautizaron con los nombres de Brigantia y Gwen.
Ana tiene como atributos el hacha, que representa la autoridad sacrificial; el cayado de pastor, como guía y la serpiente, como fuerza fecundadora. También la rodean en sus representaciones animales con cuernos como ciervos, vacas, toros, bueyes o carneros. Los Tuatha recibieron a esta diosa madre Dana, o Ana, como herencia de otras culturas más antiguas, extendiéndose luego por todo el mundo celta.
Ana, como Rhianona, se nos muestra como la dama que protege a los vivientes y tiene en cuenta a los fallecidos”.
A su vez Rhianona o Rhiannon es una variante de Epona, protectora de los caballos y tal vez de los ejércitos. A Epona se la representa sobre un caballo, acompañada de varios caballos o tendida, desnuda, en la grupa de alguno de ellos. Porta el cuerno de la abundancia y sirve de puente entre este y el Otro mundo, conduciendo a las almas desencarnadas a tal lugar.
Rhiannon, tambien conduce a las almas hacia el más allá. Aquellos que accedía a su invitación de subir a su grupa para hacer el camino, ya nunca más regresan. En esta diosa aparecen dos aspectos contrarios: por un lado es la amazona inalcanzable, y por lo tanto nadie la alcanza jamás si intenta ir en su dirección y por otro que invita al caminante a que monte para llevarlo consigo. A veces se la representa, además de junto o sobre el caballo, con dos pájaros: uno provocaba el gozo y, el otro, el olvido.
Ana, Dama de los dólmenes, es la madre de los dioses. Los relatos populares la consideran como reina de las hadas, de los enanos o korrigans, a cuyo cuidado estaban confiadas enormes riquezas subterráneas. La consideraban, en resumen, la gran regidora de un inframundo misterioso y, en ocasiones, hasta mortal. Hay quien dice que era esa anciana de aspecto terrible, hechicera implacable pero también bienhechora que no desdeñaba echar una mano a quienes lo necesitaban, si demostraban que tenían buen corazón. La diosa madre pasó a llamarse, tras la cristianización, Santa Ana, la madre de la Virgen María, mateniendo su antiguo prestigio como diosa de la fertilidad, y protectora bajo los auspicios de la luna. Los gaélicos la bautizaron con los nombres de Brigantia y Gwen.
Ana tiene como atributos el hacha, que representa la autoridad sacrificial; el cayado de pastor, como guía y la serpiente, como fuerza fecundadora. También la rodean en sus representaciones animales con cuernos como ciervos, vacas, toros, bueyes o carneros. Los Tuatha recibieron a esta diosa madre Dana, o Ana, como herencia de otras culturas más antiguas, extendiéndose luego por todo el mundo celta.
Ana, como Rhianona, se nos muestra como la dama que protege a los vivientes y tiene en cuenta a los fallecidos”.
A su vez Rhianona o Rhiannon es una variante de Epona, protectora de los caballos y tal vez de los ejércitos. A Epona se la representa sobre un caballo, acompañada de varios caballos o tendida, desnuda, en la grupa de alguno de ellos. Porta el cuerno de la abundancia y sirve de puente entre este y el Otro mundo, conduciendo a las almas desencarnadas a tal lugar.
Rhiannon, tambien conduce a las almas hacia el más allá. Aquellos que accedía a su invitación de subir a su grupa para hacer el camino, ya nunca más regresan. En esta diosa aparecen dos aspectos contrarios: por un lado es la amazona inalcanzable, y por lo tanto nadie la alcanza jamás si intenta ir en su dirección y por otro que invita al caminante a que monte para llevarlo consigo. A veces se la representa, además de junto o sobre el caballo, con dos pájaros: uno provocaba el gozo y, el otro, el olvido.
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